El fallo del Jurado

Ente abucheos y malas críticas, el Jurado oficial del último Festival Internacional de Cine de San Sebastián otorgó la Concha de Oro al director Isaki Lacuesta por su película Los pasos dobles. Aunque no haya visto aún la película premiada, me alegró mucho que el Jurado (presidido por la actriz norteamericana Frances McDormand y compuesto, entre otros, por el director bilbaíno Alex de la Iglesia o por el guionista mexicano Guillermo Arriaga) decidiera apostar por la propuesta radical del autor catalán y concediera el primer premio del festival a una película española después de 10 años (cuando se la llevó Los lunes al sol de Fernando León de Aranoa).

Cuando una película francesa se alza con la Palma de Oro en el Festival de Cannes, nadie se lleva las manos a la cabeza  y ya va siendo hora de que empecemos a imitar a los franceses en el cuidado de su cine y de su cultura.

Recuerdo el segundo largometraje de Lacuesta, una película documental entorno a la figura de Camarón, La leyenda del tiempo. En el Festival de Cine Español de Nantes de 2007, le otorgamos la Mención Especial del Jurado Joven (compuesto por cinco franceses y por mi) a esta obra que cuenta dos historias: por un lado, la recreación de un pre-adolescente Camarón en la que se van hilvanando los temas del cantaor: la muerte de su padre, la vida en la calle, las mujeres, etc., y por otro, la llegada a la Isla de San Fernando (Cádiz) de una joven asiática dispuesta a aprender a cantar flamenco, descubriendo a su vez, las raíces de su ídolo.

La leyenda del tiempo no ganó el premio mayor del Festival de Nantes porque decidimos otorgárselo a Vete de mí de Víctor García León (aquella historia en la que los roles se invierten: los padres hacen de hijos y viceversa), a pesar de que también competían otras interesantísimas películas y que habían sido dos éxitos en taquilla en el 2006 como: Azuloscurocasinegro (Daniel Sánchez Arévalo) y Salvador (Manuel Huerga).

Pero decidimos darles el Premio del Jurado y la Mención Especial a dos películas más pequeñas, tan diferentes entre sí pero igual de interesantes, que demuestran lo que yo creo que tiene que ser nuestro cine: una diversidad de voces y de propuestas. Los franceses entienden perfectamente que para defender su cine, hay que defender, muchas veces al más débil, al que tiene menos posibilidades de competir.

Dice el periodista musical Fernando Gegúndez, que un jurado no se debe guiar nunca por el criterio de me gusta/no me gusta, y tiene razón. Por eso me alegré al comprobar que el Jurado del último Zinemaldia premiara a un autor emergente, pero con una carrera sólida a sus espaldas, como Isaki Lacuesta.

Pudieron haberle dado el premio a Enrique Urbizu por su No habrá paz para los malvados (que sí que la he visto y me encantó y me encanta todavía más que el público esté respondiendo) y así igual nadie se hubiera quejado de la decisión del Jurado…

Bueno, nadie no… Arturo Ripstein sí que se hubiera quejado.

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