El Cineclub FAS y Michael Haneke

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Como todos los martes, hay proyección en el Cineclub FAS en la sala El Carmen de la plaza de Indautxu. Esta noche toca el largometraje Madrid, 1987 (David Trueba, 2011). La proyección de la película (en la imagen de arriba) contará con la presencia de su director. Este 2013 están de celebración en el FAS, puesto que se cumplen 60 años de su creación, convirtiéndose en uno de los cineclubs más longevos de Europa.

Recuerdo la proyección de Funny Games (1998) de Michael Haneke hace ya algunos años. Álvaro Fierro y yo fuimos invitados por Koldo Serra y Gorka Vázquez que presentaban su cortometraje Amor de madre. En aquella época no conocía personalmente ni a los que dirigían el FAS, ni a Asier Guerricaechebarria, Toni Garzón o al crítico de cine Josu Eguren, pero me imagino que se encontrarían allí también.

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Funny Games (arriba en la foto) fue la primera película que veía del director austriaco y mantengo muchas de sus imágenes presentes todavía hoy. No la he vuelto a visionar desde entonces, luego nunca la he visto tal y como la concibió su autor, puesto que al parecer, dos bobinas fueron proyectadas en orden incorrecto. Quizá esto hiciera más inquietante aún aquella historia de dos jóvenes que, en un relato que va in crescendo en tensión y violencia, secuestran y torturan brutalmente a una familia.

Después he visto también La pianiste (2001), Le temps du Loup (2003), Caché (2005) y, hace un par de semanas, Amour (2012), por la que Haneke ha sido premiado con el Globo de Oro al mejor film en habla no inglesa y opta asimismo a 5 estatuillas en la entrega de los Oscars que tendrá lugar el próximo 24 de Febrero. Vimos Amour, de nuevo en el FAS pero en los cines Golem y en noche de jueves. Es la desoladora crónica de una pareja de octogenarios, en la que asistimos a la degeneración de la mujer y a los tiernos cuidados de su marido (debajo en la foto). La puesta en escena es magistral, de una sencillez aparente, pero en absoluto fácil, puesto que todo está medido milimétricamente.

Amour

Mientras veía la película, recordé el último año de mi Amama, que como la protagonista de Amour, perdió el habla, se negaba a comer y se pasaba llorando gran parte de sus últimos días. Y esto fue la prueba, como se refleja crudamente en la película, de que la muerte es algo muy real.

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